- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
- Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo.
- Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.
- Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.
- Si tú me domesticas, tendremos necesidad uno del otro.
- Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
- Será necesario que soporte dos o tres orugas si quiero conocer las mariposas.
- Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.
- Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños porque uno de ellos no se realizó.
- Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar entre millones y millones de estrellas, es suficiente mirar al cielo para ser feliz pues puede decir satisfecho: “Mi flor está allí, en alguna parte.
- Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden y las espinas son su defensa.
-¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡Ella perfumaba e iluminaba mi vida! ¡No debí haber huido! ¡No supe reconocer la ternura detrás sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Y yo era demasiado joven para saber amarla.
-Sólo hay que exigir a cada quien, lo que cada uno puede hacer –continuó el rey. La autoridad siempre debe apoyarse en la razón.
-Los hombres –dijo el principito– se meten en los trenes pero no saben a dónde van. No saben qué quieren ni saben que buscar…
- Claro que nosotros, como sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números. A mí me habría gustado empezar esta historia a la manera de los cuentos de hadas.
-No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
-¡Qué planeta más raro! —pensó entonces el principito—, es seco, puntiagudo y salado. Y los hombres carecen de imaginación; no hacen más que repetir lo que se les dice… En mi tierra tenía una flor: hablaba siempre la primera.
-Te miraré de reojo y tu no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos.
-Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.
-Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.
-Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo.
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